La importancia de un buen té, más allá del sabor
Cualquier amante del buen té sabe bien la diferencia que hay al consumir un buen té que haya sido seleccionado entre las mejores hojas de la planta. De hecho, cuando se trata de comprar un buen té, no solo tendremos que tener en cuenta cuestiones como la variedad, el aroma o las especias que puedan acompañarlo y que sin duda harán de esta bebida un verdadero placer para muchos. Sino que también tendremos que tener en cuenta el tratamiento y la procedencia de ese té, unas cuestiones que influyen en la calidad final mucho más de lo que nos imaginamos y que en parte también explican por qué es tan diferente el té que viene en una bolsita dentro de una caja de cartón frente al té que podemos comprar en hoja.
Otro aspecto fundamental del té que no podíamos dejar de mencionar y que deberíamos tener en cuenta a la hora de comprarlo es los beneficios que nos aporta. De hecho, esos beneficios están directamente relacionados con la calidad del producto que compremos así como de la variedad del mismo. En ese sentido, y a pesar de que todos los tipos de té nos aporten numerosos beneficios para el organismo, e incluso el consumo de algunas variedades está ligado a un menor número de enfermedades y a la reducción de las posibilidades de padecer muchas otras como el cáncer, podemos diferenciar seis tipos de té: té blanco, té verde, té amarillo, té oolong (también conocido como té azul), té rojo (el famoso pu-erh, un té fermentado con numerosas propiedades) o bien el té negro.
No obstante, y aunque se haga esta distinción, todos los tipos de té pertenecen a la misma variedad de planta, la Camellia Sinensis, y lo que diferencia a unos y otros es el procesamiento al que se someten las hojas, o incluso el arbusto y los brotes en función de cada variedad de té, una vez que se han recolectado. Una serie de procesos que son los que más tarde le aportarán a cada variedad de té sus características más distintivas (el aroma, el sabor e, incluso, las propiedades que tenga) y que dependen en gran medida de la oxidación a la que se somete a las hojas durante su elaboración.
Por otro lado, y relacionado con las distintas variedades de té que hay, si queremos tener la seguridad de que estaremos aprovechando al máximo las propiedades del té que hayamos elegido, será necesario que sepamos prepararlo bien. En especial cuando se trata de un té en hojas de calidad donde la diferencia de sabor entre una taza bien preparada y otra serán mucho más notables que entre los tés comerciales. De esta manera, la temperatura del agua será el elemento fundamental a la hora de preparar un buen té dado que variará entre los 50º C a 75º C de los tés verdes, los 75º C a 80º C de los tés amarillos, los 80º C de los tés blancos o los 85º C a 95º C de los tés oolong. Dejando la temperatura cercana a la ebullición para el té rojo y el té negro.
Añadir Comentario